De madre a fotógrafa
Una historia sobre tiempo, amor y memoria
juegos, sus logros. Pero en casi ninguna de esas fotos estaba yo.
Un día, una de mis hijas hojeaba un álbum y me preguntó:
“Mami, ¿por qué tú nunca sales en las fotos?”
Esa frase sencilla me atravesó. ¿Cómo iban a recordarme cuando crecieran? ¿Cómo sabrían cómo las miraba, cuánto las amaba, si no quedaba constancia de mí?
Ese fue el instante en el que entendí que fotografiar también es una forma de existir. No solo de recordar a los demás, sino de asegurarte de que tú también estés en la historia. Porque tú también eres parte del amor, del cansancio, de la entrega y de los abrazos.
Así nació mi propósito como fotógrafa.
Quise darles a otras madres, familias y mujeres lo que yo misma necesitaba:
un espacio seguro donde verse, recordarse y validarse.
Donde una imagen no fuera solo una imagen, sino un espejo lleno de verdad.
Hoy acompaño a otras personas en el camino de guardar su historia de forma real, natural y emocional. Porque sé cuánto significa volver a mirar y reconocerte.
Y porque cuando mis hijas abren nuestros álbumes y se ven… también me ven a mí.
Y eso no tiene precio.
Para ellas.
Y para mí.